Después de abandonar los estudios para dedicarse plenamente en la formación artística, se forma con Daniel Vázquez Díaz por las mañanas y en el círculo de Bellas Artes por las tardes.
En 1955 ejecuta sus primeras obras abstractas, con una clara influencia de Miró, pero también de Braque i Picasso. En ellas destaca el protagonismo del gesto, la materia y el color, añadiendo pasta pictórica a la tela para resaltar los fondos monocromáticos. A finales de la década de los cincuenta, funda conjuntamente con otros artistas el grupo “El Paso”, donde desarrolla un informalismo que denota una clara libertad de creación, liberando los impulsos propios. Gracias a la actividad con el grupo El Paso y a su exposición en la Biennal de Venecia, consigue crear un vínculo con la galería L’Attico en Roma, que lo acompañará a lo largo de su carrera artística. Hacia los sesenta y con un tono de crítica social, empieza la serie Personajes, y entre las décadas de los sesenta y setenta, se sumerge en la figuración para seguir desarrollando las mismas temáticas, pero con mayor tridimensionalidad y una paleta de colores oscurecida. Posteriormente, abandona la figuración volviendo a la abstracción que había caracterizado los inicios de su trayectoria.
La colección Suñol Soler contiene tres obras de la etapa más oscura del artística, donde se muestra un claro compromiso con la denuncia social.